Con esta palabra los españoles solían referirse despectivamente a los mulatos de la Cuenca del Papaloapan, infamándolos como seres inferiores. Tanto estos hombres como mujeres apenas se cubrían con pobres vestidos blancos de manta. Pero ya en el siglo pasado tales vestimentas evolucionaron y aparecieron con adornos en las fiestas típicas de Tlacotalpan, el día de la virgen de La Candelaria-por la candela usada en los barcos al navegar por las noches-, desde entonces el traje jarocho irrumpe en los salones como el vestido característico de la pintoresca región. Desde ahí lo introdujo a la ciudad de México don Germán Uscanga, llevando conjuntos de música y compositores, de rápida inspiración, para referirse a la concurrencia con alarde de gracia e ingenio y en ocasiones de agravios que allá, en el campo, solían concluir a filo de machete.
El traje tradicional de la mujer del Sotavento veracruzano, sin duda, ha evolucionado. A principios de la época colonial en México, las familias españolas se fueron estableciendo en diferentes regiones de nuestro Estado, sobre todo en el puerto de Veracruz, y en el Sotavento (Cosamaloapan, Alvarado, Tlacotalpan y Los Tuxtlas). Por consecuencia lógica, conservaron gran parte de sus tradiciones y fiestas en las que se incluía, además de la comida, la música y el vestuario.El traje de la valenciana, sobre todos, influyó grandemente en las maneras de confeccionar el que llegaría a ser el traje de jarocha. En Tlacotalpan, por poner un ejemplo, el traje es símbolo de identidad y reviste gran importancia social y familiar.